Hacer Piercings de determinadas partes del cuerpo, especialmente orejas, labios o nariz. Acompañan a la historia del ser humano desde hace más de 3.000 años. El faraón egipcio Tutankamón, que murió en el año 1327 a. C., es uno de los primeros personajes históricos que pusieron en práctica esta técnica de modificación corporal. La figura del sarcófago en el que se le dio sepultura muestra claramente las dilataciones practicadas en sus orejas. Debía ser una práctica más o menos común entre las clases altas, puesto que se han hallado multitud de momias con diversos tipos de dilataciones.

 

Si nos trasladamos a Oriente, encontramos otro ejemplo de uso de dilataciones en las representaciones de budas con enormes orejas. Existen también registros históricos de dilataciones en orejas, nariz y labios en las civilizaciones mayas y aztecas. Del mismo modo, en África existen muchas tribus donde se sigue poniendo en práctica este tipo de modificación. En Occidente, sin embargo, las dilataciones no comienzan a ganar adeptos hasta el siglo XX, y cuando se hace es con motivaciones meramente estéticas.

 

OREJAS

Cuando el cuerpo de Ötzi, la momia más antigua jamás encontrada, fue descubierto por dos turistas en 1991 en la frontera entre Austria e Italia, se descubrió que tenía las orejas perforadas. Los agujeros tenían un diámetro de 7 a 11 mm. Se cree que Ötzi vivió alrededor del año 3300 a. C., por lo que está claro que la perforación de orejas ha acompañado al ser humano prácticamente desde los inicios de su existencia.

 

Se cree que las tribus primitivas comenzaron a utilizarlos por superstición. Creían que los demonios podían entrar al cuerpo a través de los oídos, pero que el metal los repelía. de este modo, los aretes eran una protección contra la posesión.

 

Los egipcios de la Antigüedad también utilizaban aretes. Más de mil años después, este ornamento también era de uso común entre los ciudadanos de la Antigua Roma de ambos sexos. Al parecer, Julio César los puso de moda en el siglo I a.C.

 

Si damos un salto hasta la era isabelina de finales del siglo XVI, observamos que los hombres de la nobleza británica lucían al menos un piercing en la oreja. Era una muestra exterior de riqueza.

 

Pero no eran solo los ricos y poderosos los que se perforaban las orejas. Se convirtió también en una costumbre extendida entre los marineros de épocas diferentes. Era una forma de asegurarse de que, si morían en el mar, el arete se recuperaría y podría sufragar los gastos de su funeral.

 

NARIZ

Se encontra la primera mención a narices anilladas en el libro del Géneis. Concretamente, en el capítulo en el que Abraham decide encontrar una esposa para su hijo Isaac. Elige a Rebeca y le da un anillo de oro para la nariz como método para sellar el trato.

 

Esta vinculación entre el piercing de nariz y el compromiso matrimonial sigue vigente en los pueblos bereberes y beduinos del norte de África y el Medio Oriente. El tamaño del anillo indica la riqueza de la familia y, si se produce un divorcio más tarde, la esposa rechazada puede usar el oro en su nariz para conseguir cierta seguridad financiera.

 

Los emperadores mogoles introdujeron esta práctica en la India en el siglo XVI. Las mujeres a menudo usan un perno o anillo en la fosa nasal izquierda, ya que el lado izquierdo está asociado tradicionalmente con los órganos reproductivos femeninos (se supone que la perforación disminuye el dolor del parto).

 

Los piercings en la nariz no llegaron a Occidente hasta las décadas de 1960 y 1970, cuando los hippies comenzaron a viajar a la India. Después fueron adoptados también, aunque como señal de inconformismo y provocación, por el movimiento punk.

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